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domingo, 19 de junio de 2011

la debilidad del proyecto

Cristina Kirchner tiene caudal electoral. Eso es indiscutible. Dentro de poco quedará demostrado si lo que tiene le sirve para ganar en primera vuelta, algo que está en duda a pesar del entusiasmo, ahora bastante menguado, del operativo “Cristina ya ganó”.
El kirchnerismo enfrenta tres pruebas difíciles: la Ciudad de Buenos Aires parece una quimera, con un candidato como Daniel Filmus que sufre escándalos de corrupción que han estallado casi simultáneamente; Santa Fe, que sería retenida por el socialismo, con un pronóstico complicado para el candidato de la Casa Rosada y Córdoba, con De la Sota como favorito. Tres distritos de primer orden en los que el oficialismo tiene un horizonte de derrota. Sin embargo, se dirá con razón que se trata del prólogo: Macri, Bonfati y De la Sota disputan gobernaciones, no la Presidencia. Y esa tendencia adversa no se traslada automáticamente a la lucha por la Casa Rosada. Con un agregado que no es menor: todos deberán, si triunfan, disciplinarse para recibir fondos federales . Ya se sabe cómo trataron Néstor y Cristina a los que se animaron a desmarcarse. De cualquier forma, llegar a la interna de agosto con tres derrotas enhebradas no le gusta a nadie. Menos al kirchnerismo.
Hay otra cuestión interesante en este “proyecto”: todo depende de la jefa . Por eso, aunque descuentan su candidatura, nadie en esa vereda estará tranquilo hasta que se conozca la fórmula. Es decir, hasta que Cristina termine por anunciar que irá por la reelección junto a quien integre la boleta. Esa dependencia de una decisión muestra la fortaleza y, al mismo tiempo, la debilidad del proyecto. ¿Qué ocurriría si Cristina no se postulara? Sería una verdadera catástrofe para el oficialismo. No hay nadie que represente a ese “espacio” tan heterogéneo y contradictorio que constituye el oficialismo.
Allí está la debilidad del “proyecto” que intenta con éxito utilizar al Estado como partido para la acción política y para atacar a sus adversarios . Por eso, los planes de la Casa Rosada no se reducen a la elección de octubre sino a imaginar fórmulas para mantenerse en el poder. Una reforma constitucional para salvar la limitación constitucional para que Cristina continuara en el Ejecutivo es difícil de conseguir. El plan parece dirigirse a ahondar el camino que se inició con el sistema semipresidencialista de la reforma de 1994, reforma que sirvió a Menem para ser reelecto pero que no determinó cambios profundos en la forma en que se gestiona la política en la Argentina. ¿Ofrecer un sistema parlamentario y tentar a los radicales para que caigan en la misma trampa? Hay algo de eso.
Algo tendrán que hacer. Si no el problema, en caso de ganar, lo tendrá Cristina el 11 de diciembre, al día siguiente de asumir, con los aspirantes a sucederla en 2015.

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